El programa nuclear iraní podría ser considerado como una amenaza a la paz y seguridad internacionales. Sin embargo, ¿existirán motivos razonables para considerarlo de esa manera?, ¿qué actores participan directamente en la controversia?, ¿será posible encontrar soluciones a este tipo de coyunturas?
Con el fin de la Guerra Fría, nació un nuevo orden internacional que trajo consigo una serie de oportunidades para los Estados (como la apertura de mercados), pero también desafíos (como la gestión de la globalización), riesgos y amenazas (como la proliferación de armas de destrucción masiva, el terrorismo global, el crimen organizado, la corrupción institucionalizada, etcétera).
En ese contexto, algunos Estados, como Irán, han venido desarrollando programas nucleares que podrían ser considerados como una amenaza a la paz y seguridad internacionales. El llamado Programa Nuclear de Irán empezó bajo el mandato del Shah Mohammad Reza Pahlevi de Irán en la década de 1950, con la ayuda de los Estados Unidos de América.
El 14 de julio de 2015, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido) más Alemania y la República Islámica de Irán, alcanzan en Viena, Austria, un histórico acuerdo nuclear. El pacto, estrictamente técnico-científico, puede disgregarse en tres ramas: la nuclear, la económica con eje en las sanciones, y la transparencia.
En el ámbito específicamente nuclear, Irán se compromete a no producir uranio altamente enriquecido durante los próximos 15 años, a eliminar el 98% del material nuclear que posee, y anular 2/3 de las centrifugadoras instaladas, de esta forma solo se le permite el uso de los modelos de centrifugadoras más antiguas y menos eficientes.
Para Irán, su programa nuclear tiene fines civiles circunscritos básicamente a generar electricidad o investigación. Para Donald Trump, el programa nuclear iraní tiene fines militares encubiertos y lo considera como parte del eje del mal ya que a su entender, promociona el terrorismo y en tal sentido es una amenaza a la paz y seguridad internacionales.
Es así como el 8 de mayo, Estados Unidos, sale de este acuerdo. Este hecho marcó una postura opuesta a sus aliados occidentales y propició el recrudecimiento de las hostilidades en la zona, particularmente del Medio Oriente.
China se ha convertido en la futura superpotencia económica mundial, sin embargo ahora depende en gran medida del petróleo iraní. China recibe de Irán cerca del 13% de sus importaciones de petróleo.
La denominada Troika es el grupo negociador europeo conformado por Francia, Alemania y el Reino Unido que asumieron las negociaciones con Irán a raíz del descubrimiento de su programa nuclear en el 2003 y sugiere que Irán debe suspender su enriquecimiento de uranio.
La tecnología nuclear no sólo sirve para generar electricidad (o desarrollar bombas nucleares), sino también tiene otros fines pacíficos que ayudan al desarrollo y crecimiento de los países. Por ejemplo, es usual la aplicación de radiosótopos para la conservación de alimentos o la fertilidad de los suelos. En medicina tiene aplicaciones terapéuticas, por ejemplo, el yodo radiactivo sirve para tratar casos de cáncer de tiroides.
Irán es un país peculiar, de población mayoritariamente chiíta, en donde las motivaciones religiosas son las mejores excusas para cualquier reforma o lucha. En Irán, la opinión pública es importante, siempre es bueno contar con una base social amplia y la legitimidad suficiente para poder gobernar. Sin embargo, su importancia no es fundamental, como alguna vez expuso Mohammad Jatami, ex presidente iraní: “Primero es Dios, luego el líder y finalmente las demandas de los votantes”.
Rusia ha sido el principal proveedor de tecnología nuclear a Irán. Es sabido que existen contratos para que Rusia construya más centrales nucleares en dicho país.
Israel bombardeó posiciones de Irán en Siria, Irán lanzó misiles a la zona del Golán. El mundo se vuelve a poner al borde de los conflictos bélicos.
La decisión aísla a los Estados Unidos, libera a Irán, incrementa el riesgo de una guerra comercial con los aliados y de una guerra caliente con Irán, a la vez reduce las posibilidades de su durable y verificable acuerdo para eliminar la amenaza atómica de Corea del Norte.
Las petroleras fueron las ganadoras de la ruptura de Estados Unidos con Irán. Para los analistas, un posible colapso de la producción en Venezuela, así como las posibles interrupciones de las exportaciones en Irán, podrían llevar el precio del crudo Brent a 100 dólares por barril (dpb) en 2019, un nivel no visto desde 2014, según el Bank of America.
Los aliados europeos de Estados Unidos han dicho que siguen comprometidos con el mantenimiento del acuerdo nuclear y la canciller alemana, Ángela Merkel, reiteró su apoyo al acuerdo “Europa y China no lucharán contra las sanciones de EU”.
El impacto del levantamiento de las sanciones en el 2015 ha sido bastante evidente en las cifras de comercio entre Irán y la UE. Si en el 2015 las importaciones y exportaciones mutuas sumaron 7,700 millones de euros, en el 2017 alcanzaron 21,000 millones. Los socios comerciales de Irán en la UE son: Italia (4,500 millones), Francia (3,500 millones), Alemania (3,000 millones) y España (1,700 millones). Después de tensas relaciones diplomáticas, Estados Unidos, abandona de manera unilateral el tratado Plan de acción conjunta y completo, pese a que les resto de firmantes Francia, Alemania, Reino Unido, Rusia, China han manifestado seguir en el tratado y además actúan de estabilizadores ante amenazas de Israel y Arabia Saudí.
No tiene lógica que Estados Unidos abandone el acuerdo nuclear con Irán si lo que busca es vigilar que esa nación no desarrolle armamento atómico. En fin, no parece haber muchas razones lógicas para esta decisión asumida por el presidente de Estados Unidos. Pero la lógica y el sentido común no han sido el sello de la administración de Donald Trump. Desde que inició su mandato ha tomado decisiones que parecen más necesitar de explicaciones psicológicas, que den cuenta de una megalomanía, que de un interés general para su país.
Por ejemplo, la salida de Estados Unidos del acuerdo de París sobre cambio climático es un gran absurdo que acabarán por pagar con la inundación de Miami o el siguiente huracán en Nueva York.d
Pero, otra vez, lo que sucedió con ese rompimiento fue un claro interés comercial por mantener la venta de energéticos sucios y sobre todo, querer imponer al resto del mundo su visión de las cosas.
Así también se salió del Acuerdo Transpacífico, el TPP. Entonces, Donald Trump no tiene empacho en tomar las decisiones más absurdas y contrarias al interés de su país por ese enorme ego que le caracteriza. No es un secreto que otro de los acuerdos que tiene en la mira es aquel pacto comercial que tiene con México y Canadá. Nadie puede descartar que Donald Trump se monte en su gran ego y decida al final que, si no es el acuerdo que él quiere, simplemente no pasa.
Los rompimientos de Trump con Irán, con París, con el TPP no tienen lógica, tienen más consecuencias negativas que ventajas para Estados Unidos. Por lo tanto, hay que tomar en cuenta estos antecedentes antes de estar tan seguros de que el TLCAN va.
El acuerdo nuclear con Irán nos enseñó lo que le puede pasar al TLCAN.
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