Siria y los nuevos episodios de la geopolítica global.

El mundo está inmerso en una dinámica que a todos nos preocupa, nos encontramos, guardando las proporciones debidas, en una nueva fase de la guerra fría que enfrenta políticamente y silenciosamente, el poderío de EUA y Rusia. En una lógica de globalización y donde los procesos políticos  y económicos afectan a todas las naciones, México también juega un importante papel, pues somos un país que busca contribuir a La Paz y concordia mundial. Somos autores del Tratado de Tlatelolco para la proscripción de Armas Nucleares en América Latina.

El uso de agentes químicos letales en los combates quedó proscrito por las Conferencias de La Haya de 1899 y 1907, pero violando esta prohibición, desde el principio de la I Guerra Mundial en 1914, comenzaron los primeros incidentes de la criminal práctica que habría de extenderse hasta 1918.

Ahora resurge el mortal gas como una arma de guerra. Hay muchos casos del uso reciente de esta arma química en la región: en 1988, Saddam Hussein la usa en contra de los kurdos iraquíes; Al-Ásad lanza gas sarín en el pueblo de Ghouta en 2013; ISIL agrede con gas mostaza, en febrero de 2016, a kurdos iraquíes.

Gobernando desde el año 2,000, el presidente de Siria Bashar al-Ásad, hijo de Hafez al Assad, quien en 1961 tomó el poder, se mantiene como inflexible dictador, ordenando asesinar con gases mortíferos a su propio pueblo. El uso de gases por el ejército sirio contra los rebeldes y contra kurdos marca a al-Ásad como un criminal del más alto relieve.

La violencia extrema se agrava al intervenir Estados Unidos y Rusia en el inextricable conflicto que lleva casi siete años de desgarrar a millones de comunidades, creando una hola ofensiva de refugiados.

Existen múltiples teorías por las cuales Rusia ha extendido su apoyo político y militar a Siria, una de ellas, la que tiene que ver con los interéses energéticos y más específicamente que la empresa estatal Gazprom que provee el 25% del gas que Europa consume, trasnporta su producto través de Siria.

El pasado martes 4 de abril en Jan Sheijun, una pequeña ciudad controlada por los rebeldes y los yihadistas en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, Al-Ásad lanzó un ataque químico con gas sarín dispersado por aviones no identificados que acabó con la vida de 86 civiles, entre ellos 30 niños. Autopsias realizadas en Turquía a los cuerpos de tres víctimas prueban el uso de armas químicas. Médicos en el lugar indicaron inmediatamente que los síntomas de las víctimas eran similares a los constatados en las de un ataque químico, especialmente con las pupilas dilatadas, convulsiones y espuma saliéndoles por la boca, que podrían ser de gas sarín. El gas sarín es un compuesto químico artificial que puede ser propagado en el ambiente, y al no tener color, ni olor, pasa desapercibido hasta que se empiezan a sentir sus efectos, los que van desde mareos hasta la muerte, produciendo parálisis y ceguera.

El bestial bombardeo lanzado por aviones sirios contra población civil golpeó al propio presidente Trump. Las imágenes de los niños fulminados por el gas tóxico le llevaron, confesó, a cambiar su actitud con al-Ásad. “Es horrible. Ha cruzado muchas líneas rojas”, proclamó.

Tras la condena mundial, Donald Trump ordenó la noche del jueves 6 de abril al ejército estadounidense el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk (con un alcance de entre 1,700 y 2,500 kilómetros, tiene 450 kg de explosivo, con una longitud entre 5.5 y 6.2 metros) desde dos barcos destructores (el USS Ross y el USS Porter) que están en el Mediterráneo oriental, contra la base militar Siria de Shayrat, en la ciudad de Homs, sitio desde el que supuestamente salieron los aviones con las armas químicas.

Ese mismo jueves mantuvo una reunión trascendental con el presidente chino en su mansión de Florida. Una hora después de la cena oficial y sin aviso al Congreso dió comienzo el ataque. Los misiles impactaron en hangares, almacenes de combustible, silos de armas, sistemas de defensa aéreos y radares. La destrucción, según el Pentágono, fue casi completa, asegurando que se “habían adoptado medidas extraordinarias para evitar bajas civiles” y “rebajar al mínimo los riesgos del personal de la base aérea”. En este afán, Moscú fue alertada antes de la intervención.

La decisión supone un giro radical de la política de Washington en Siria y abre una posible vía de conflicto con Moscú, principal valedor del régimen. Pero también lanza una advertencia a Irán y Corea del Norte: Estados Unidos, con Trump a la cabeza, está dispuesta a disparar contra quien cruce sus líneas rojas. Trump ha hecho de la imprevisibilidad un arma.

Al finalizar la operación, el presidente se dirigió a la nación indicando que lo ha hecho «en defensa del interés nacional y para evitar la difusión de armas químicas mortales”, recalcando que “no puede haber dudas de que Siria usó armas químicas prohibidas”. Responsabilizó directamente al “dictador” sirio de la escalada: “Usando gas mortal, al-Ásad segó la vida de hombres, mujeres y niños indefensos. Fue una muerte lenta y brutal. Incluso hubo bebés asesinados cruelmente en este ataque bárbaro. Ningún hijo De Dios debe sufrir tal horror”.

Esta invocación fue entendida por algunos analistas como un paso previo a una coalición internacional para intervenir el país. Después de seis años de guerra, 320,000 muertos y 10 millones de desplazados, una acción conjunta representa un anhelo tan compartido como temido. Siria es un polvorín donde cualquier paso en falso puede acarrear consecuencias imprevisibles.

Con el operativo, Trump ha hecho una jugada de alto riesgo político. Imprevisible, dura y contradictoria con su doctrina oficial. Pero el viento sopla a su favor. Tanto republicanos, como demócratas, validaron el uso de la fuerza. Incluso senadores tan críticos como el republicano John McCain, le ofrecieron su apoyo para futuras operaciones. Y en el exterior, la OTAN, el Consejo Europeo, Reino Unido, Alemania, Francia y España aprobaron la acción. Las bombas han dado a Trump su primera victoria, después de las elecciones del pasado 8 de noviembre de 2016.

La OTAN considera el uso de armas químicas como una amenaza para la Paz y Seguridad Internacional.

Ante estos acontecimientos que amenazan la seguridad internacional y los equilibrios políticos, es importante que México no se muestra indiferente ante la desgracia, la injusticia y el dolor, y que nuestros representantes diplomáticos se manifiesten hacia un enjuiciamiento internacional penal inmediato contra el presidente Bashar al-Ásad como un criminal contra su pueblo.

Albert Einstein dijo “el mundo no será destruido por quienes hacen el mal, sino por aquellos que observan sin hacer nada”

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