¿Yo qué sé de impacto urbano?, ¿Yo qué sé de condiciones hidrológicas, de drenaje pluvial y suministro de agua potable, o de términos y condicionantes sobre impacto ambiental?, ¿Yo qué sé del contexto hidrológico de la Zona del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM)?, ¿Yo qué sé de la conectividad terrestre?, ¿Yo qué sé de recarga de acuíferos?, ¿Yo qué sé de tráfico aéreo?, ¿Yo qué sé de aves en la zona y evitar que acaben en una turbina?
¿Es en serio esto de que todos debemos opinar… sobre lo que determinan los expertos? ¿En serio vamos a decidir dónde se hace el aeropuerto, por encima de opiniones expertas de la UNAM y de Mitre?
Después de más de 40 años parece que volvemos al principio. La construcción del nuevo aeropuerto se ha vuelto la piedra con la que cada administración se ha topado, y como en el mito de Sísifo, cuando parece que estamos a punto de llegar a la cima, la tal piedra vuelve a rodar hasta el fondo.
Es obvio que determinar el sitio idóneo para un aeropuerto es difícil: implica estudios, mediciones, búsqueda de recursos, jaloneos, grillas, intereses encontrados y presiones sociales.
En lo general, es coincidente la opinión de que una decisión de esta naturaleza debe estar en manos de especialistas. Y es cierto que en muchos momentos de la historia reciente, esta misma decisión se ha frenado y retrasado justamente porque inciden en ella diversos modos de entender a la aviación, al desarrollo regional e incluso al sector aéreo.
Al menos dos veces, una vez decidido, el aeropuerto en Texcoco fue frenado: la primera en 1985 ante la acción de un grupo de ecologistas y en el 2000 se detuvo frente a la protesta de los ejidatarios de Atenco.
En el año 2000 se enfrentaron dos proyectos que -al menos en el rubro técnico aeronáutico- eran equivalentes: Texcoco y Tizayuca.
Aunque los resultados terminaron en una especie de empate técnico, en medio de una ambigüedad pasmosa, estos argumentos le sirvieron a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para decidirse por Texcoco. Todos los estudios de ese ejercicio versaron sobre las condiciones ajenas a lo puramente aeronáutico, pues en ese aspecto -a pesar de que Mitre se inclinaba por una opción- para apoyar la contraria se tenían los estudios favorables de Aeropuertos de París.
Cabe mencionar que durante su campaña política para ganar la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ofreció cancelar la construcción del NAIM por oneroso y por estar manchado por la corrupción, calificándolo como una obra faraónica en la que el gobierno está dilapidando recursos del erario federal. El discurso ha tenido un gran efecto e impacto en la población que comparte ese punto de vista, seguramente por tanta corrupción e impunidad que ha caracterizado al sexenio. Aún con el análisis de los ingenieros y que concluyan que es Texcoco la mejor alternativa para albergar al nuevo aeropuerto, arroja el rechazo de una parte de la población que es empática con las ideas del Presidente electo.
Hoy las cosas son distintas: Santa Lucía es un proyecto diferente. Por el lado técnico existe una mayoría absolutamente convencida de que no es una opción, debido a que sus movimientos estarían subordinados al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y no podrían operar simultáneamente, además de la niebla recurrente; pero hay otros técnicos que aseguran que lo que se requiere es un cambio de paradigma que permita la adopción de nuevas tecnologías con las cuales sería posible potenciar la complementariedad de ambos aeropuertos.
Expertos señalan que la construcción del NAIM amenaza aves migratorias y endémicas en Texcoco; también señalan que este proyecto equivale a destruir uno de los casos más antiguos y exitosos de restauración ecológica del país y se estará condenando a muerte casi segura a cerca de 150 mil aves acuáticas residentes y alterando notablemente las migratorias.
Además, hay riesgo para los aviones, debido al cruce entre las rutas de los pájaros y la orientación de las pistas del nuevo aeropuerto.
En la propuesta del NAIM se ha omitido información acerca de las especies registradas y del impacto que sufrirán con el desarrollo de este megaproyecto. Los especialistas aseguran que el volumen del tráfico aéreo que habrá cuando entre en operación el aeropuerto no ha sido evaluado en el terreno ecológico y que la Manifestación de Impacto Ambiental contiene una serie de deficiencias respecto de la información sobre estos animales.
La información proporcionada al equipo de AMLO por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), sobre el impacto urbano para la construcción del NAIM resultó insuficiente y deficiente, de acuerdo con el análisis de respuesta elaborado por Román Meyer Falcón, próximo titular de la Sedatu.
Hasta ahora, están sobre la mesa dos alternativas:
1.Mantener la construcción del NAIM, revisar los contratos por ejercer y concesionarlo total o parcialmente.
2.Suspender la construcción del NAIM y construir en Santa Lucía un par de pistas y mantener la operación actual del AICM.
Hay un retraso en la construcción del nuevo aeropuerto que, según el proyecto original, se debía entregar en 2018, luego se dijo que en 2020 y ahora se reconoce que no podrá estar listo antes del segundo semestre de 2023.
De continuar el NAIM, el incremento del costo de construcción de 169,000 millones de pesos (mdp) en el 2014 estará en 300,000 mdp en este 2018, más lo que podrá ajustarse al 2023. A la fecha hay un avance de la obra de 31 por ciento.
La construcción de dos pistas en la base aérea de Santa Lucía tiene un costo de 70,000 mdp y se conservarían los dos aeropuertos, con menor tiempo para el arranque de las operaciones (24 meses), construyendo entre las obras más relevantes un edificio terminal, edificio de aduana, almacenes de carga aérea y un hotel de 310 habitaciones.
Los datos son contundentes: resalta en primer lugar que la cancelación tendría un costo de 100 mil mdp, de los cuales 60 mil mdp serían por la obras ya realizadas, y 40 mil mdp por costos no recuperables. Y para poner en contexto esta cifra baste recordar que el Tren Maya costará 150 mil mdp.
En términos generales, Mitre, la prestigiada consultora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) sobre estos temas, avaló el proyecto Texcoco y consideró inviable el de Santa Lucía, por la imposibilidad de operar simultáneamente con la hoy base aérea militar y el actual AICM, salvo que se redujera el número de operaciones aéreas.
Sin embargo, un equipo de expertos chileno sugirió un nuevo y más profundo estudio para demostrar que Santa Lucía es viable. Este estudio tomaría al menos tres meses y la consulta está convocada para octubre.
El presidente electo detalló una ruta crítica para decidir entre las dos opciones:
-Se entregó el dictamen técnico al presidente Enrique Peña Nieto y le solicitó ayuda para realizar una consulta con los ciudadanos a finales de octubre, con el propósito de conocer su opinión sobre el tema.
-Se entregó el dictamen a los colegios de ingenieros para su análisis solicitando la opinión para el 5 de septiembre.
-Se entregó el dictamen al Consejo Coordinador Empresarial para solicitar su opinión también para el 5 de septiembre.
-El 8 de septiembre se presentará la convocatoria para la celebración de foros de discusión en radio, televisión, periódicos y redes sociales con la participación de quienes estén a favor y en contra de las dos opciones.
-La consulta ciudadana se realizará la última semana de octubre.
-El resultado tendrá carácter vinculatorio y el 1 de diciembre se anunciará la decisión.
Javier Jiménez Espriú, futuro titular de la SCT, al ser cuestionado sobre la consulta a la que se quiere llevar la viabilidad del NAIM afirmó que no se trata de una consulta popular, sino de una consulta ciudadana “que son dos cosas diferentes porque luego se confunde, la consulta popular con un tema legal, que no es el caso”.
En cuanto a los términos la pregunta es: ¿se consultará a todos los mexicanos?
Una encuesta de Mitofsky asegura que solo 30% ha viajado en avión. Estos serían los directamente interesados. Pedirle al otro 70% una opinión le daría al asunto un sesgo político y hasta partidista.
¿Por qué AMLO entonces escogió el NAIM como el primer gran tema de consulta ciudadana? Dentro de su estrategia, el tema ofrece alta rentabilidad política.
-Es un proyecto de élites: Desde la perspectiva del movimiento Morena, el NAIM es un proyecto que beneficia a la élite mexicana.
-El sector de la construcción es vulnerable: AMLO ha presentado el NAIM como un claro ejemplo de lo que está mal en el país. Desde su perspectiva, el nuevo aeropuerto es un proyecto faraónico decidido a espaldas de los ciudadanos, cuyos costos crecen de manera incontrolada y al que sea asignan recursos a través de contratos, en su mayoría, poco transparentes.
-Ensayo de democracia participativa: AMLO desea fortalecer la democracia mexicana a través de la participación ciudadana en el ejercicio diario de gobierno y la consulta es una oportunidad para aprender a generar respaldo ciudadano para los temas de su agenda.
Si AMLO al final acepta que la construcción continúe podrá decir que, a diferencia del gobierno actual, él sí hizo un esfuerzo por escuchar la opinión del pueblo. Sabrá justificar la continuación del nuevo aeropuerto diciendo que se pierde más si detiene la construcción o que organismos internacionales descartan otras opciones por razones de navegación aérea y seguridad. Al fin y al cabo, es mejor perder una consulta con un tema ajeno que con uno directamente ligado a la plataforma de gobierno de Morena.
Si fuera una decisión económica, tendría que imponerse la lógica. La racionalidad económica llevaría a la revisión exhaustiva de los contratos, a la renegociación, para lograr costos menores, pero dejaría a un lado la cancelación del proyecto y su concesión parcial o total.
Pero, al final, quizá el nuevo gobierno considera que por sobre lo económico, tiene mayor peso y valor lo político. Lo más importante de este tipo de proyectos es la SEGURIDAD.
Y usted ¿cómo elegiría?
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