Otro sismo que nos pone a prueba.

“Cuando asiento mis pies en tierra firme no me los hace menear ni un terremoto”
Cecilia Bohl De Faber.

El estudio de los terremotos se denomina Sismología y es una ciencia relativamente reciente. Hasta el siglo XVIII los registros objetivos de terremotos son escasos y no había una real comprensión del fenómeno.

Los días 19 y 20 de septiembre de 1985, la Ciudad de México sufrió de dos sismos de gran intensidad que tuvieron repercusiones considerables en diferentes estructuras, ocasionando inclusive el colapsamiento de algunas de ellas.

El temblor del 85 ocurrió en una fecha que sorprendió a todos los habitantes del D.F. Donde la sorpresa de ver que poco a poco se iban derrumbando edificios y que muchas personas estaban atrapadas en los escombros y otras seguramente sin vida, paralizó a las autoridades del Distrito Federal.

Fue a través de la 1/a. Zona Militar, que se canalizaron todos los esfuerzos de apoyo del Ejército, en coordinación con autoridades de la Ciudad de México.

El día 20 de septiembre de 1985 la Secretaría de la Defensa Nacional me designó como Jefe del Grupo de Explosivos para la importante tarea de derribar de manera quirúrgica, todos los edificios que el terremoto dañó y los cuales eran un peligro inminente para la ciudadanía y los cuales no se podían demoler de otra forma sin causar más riesgos.

A las 16:25 horas del 26 de Octubre de 1985 se dio la orden de fuego desde el lugar donde se encontraba el Puesto de Mando. A partir de ese momento se escuchó la secuencia de las detonaciones, realizándose con toda claridad el colapsamiento secuencial con proyección de acuerdo a cálculos y diseño predeterminados.

Ante la mirada atónita de la ciudadanía pusimos fin a edificios emblemáticos como el Hotel Continental, el Hotel Regis, la Secretaría de Marina, el edificio A-1 del Multifamiliar Juárez, El edificio Nuevo León de Tlatelolco, el Centro Médico, el edificio San Carmelito en Garibaldi y muchos más.

Para esta acción los explosivos que terminaron por ponerle fin a lo que el terremoto inició fueron los TOVEX 100 de la marca DUPONT así como estopines de milisegundos del número 0 al 13 marca Atlas Time Máster.

Con la experiencia vivida y dado que en el país en ese entonces, no contaba con expertos en la demolición de edificios, me di a la tarea de escribir un libro como legado de lo sucedido  para las próximas generaciones, denominado “Manual de Demoliciones de Estructuras Metálicas y de Concreto con Explosivos”, el cual fue entregado a la Secretaría de la Defensa Nacional para su custodia y difusión.

La Ciudad de México revivió el trauma de 1985, justo en el aniversario de aquel terremoto que provocó miles de muertos hace 32 años. Un nuevo sismo de 7.1 con epicentro en los límites entre Morelos y Puebla sacudió la capital del país a las 1:14 de la tarde.

En la Ciudad de México se había realizado, dos horas antes un simulacro conmemorativo al terremoto de 1985, aquel que marcó el inicio de una amplia cultura de protección civil al menos en la capital. Como una broma de muy mal gusto, la fecha fue idéntica, el 19 de septiembre. Las escenas de destrucción parecen haber sido calcadas de las que enlutaron al país en 1985, una experiencia que no vivieron quienes tienen menos de 30 años de edad.

El sismo que ha golpeado de nuevo al país llega solo once días después del mayor terremoto registrado en México en el último siglo. El pasado 7 de septiembre, se detectó un temblor de magnitud 8.2 cuyo epicentro tuvo lugar en el Estado de Chiapas y que también afectó a otras regiones como Oaxaca, Hidalgo, Puebla, Veracruz y la Ciudad de México.

La muerte de 434 personas, 140,000 edificaciones afectadas y la pérdida total de casi 50,000 inmuebles es el saldo de los sismos del 7 y 19 de septiembre que afectaron a ocho entidades del sur mexicano, conforme a cifras del Gobierno Federal al momento de esta publicación.

Debemos resaltar que un elemento clave y que permitió que el escenario fuera distinto al de hace tres décadas, fue la integración  de las redes sociales y el uso de tecnologías que nos permitió ponernos en contacto instantáneamente. Cuando no estuvieron disponibles las líneas telefónicas, hubo servicios de mensajería que nos dieron la posibilidad de reportar y conocer de inmediato el estado de nuestros seres queridos.

El gobierno caminó a ritmo de los ciudadanos en la tarea de salvar vidas. El Presidente Enrique Peña se puso a la cabeza de los esfuerzos de apoyo a la población damnificada. “Todos somos uno”, sintetizó en su mensaje a la nación.

En este esfuerzo destacan, sin lugar a dudas, las Fuerzas Armadas: el Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina que se han hecho presentes en las zonas afectadas con la prioridad de salvar vidas. Sin embargo la lección la dejan los ciudadanos de esta ciudad quienes reaccionaron de manera inmediata sin dudarlo. Aquellos que se convirtieron en los brazos de esperanza para todos los afectados.

Lo mejor en medio de la tragedia y el drama ha sido la actitud ciudadana. Muchos jóvenes están en las brigadas y muchos otros frustrados por no estarlo. Lo que nos dice esto es que existen un deseo y un ansia de participación pese a la apatía que creíamos existía en esta generación.

Los brigadistas paran, levantan el puño, y piden silencio. Es la señal de que, quizás, han encontrado a alguien con vida entre los escombros.

Estos días han demostrado que los mexicanos somos fuertes y juntos podemos convertir un desastre en una oportunidad de ayudar y de unirnos, dejando de lado las diferencias que podamos tener.

Atender a heridos, enfermos, entregar apoyos, víveres, medicamentos, cobijas, ropa, y casas de campaña, entre otros, así como proteger a las familias y establecer lugares para el resguardo de quienes perdieron su vivienda o su patrimonio fue el pan de estos días, sin embargo la ayuda no puede terminar esta semana ya que la gente que lo ha perdido todo necesitará de nuestro apoyo.

Las Fuerzas Armadas tienen un origen popular y su compromiso institucional es con su país, con los mexicanos y este es un gran activo que debemos reconocer también, ya que en esta nueva etapa son ellos los que velarán por todos los damnificados y se encargarán de las acciones venideras.

Si hace 32 años un terremoto nos arrojó lecciones, ¿cuáles serán las que dejará el temblor del martes?

“A partir de hoy, cada vez que te subas al autobús, en el metro, en la calle, procura ser amable y sonreírle a todos… seguramente quien va a lado de ti, no dudaría en salir con un pico y una pala para rescatarte abajo de los escombros”. Anónimo

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