¿Cuál es tu vocación? ¿Eres autor o actor en tu vida?

“Si realmente crees en un sueño, llegarás ahí, pero tienes que tener pasión y un compromiso total para lograrlo”.

Rudy Ruettiger

El hombre en el transcurso del tiempo y con la experiencia, con los cambios por el desarrollo de diferentes eventos de todo tipo como innovaciones, desarrollos, invenciones, guerras, conquistas, diferencias de clases sociales, etc., ha conceptualizado a la vida en un ideal en torno al trabajo con el objetivo de procurarse medios de vida que le permitan vivir dignamente a él y su familia.

El individuo tiene un deber propio, es decir un designio profesional, diverso del que poseen incluso sus amigos más cercanos o sus parientes. La personalización del deber es uno de los aspectos positivos del moderno concepto de vocación.

La vocación es como una llamada que creemos percibir en una cierta época de nuestra vida, y que nos guía por algún camino determinado. Todo hombre está llamado a vivir su vida, antes que llamado solo a vivirla, según un cierto camino y una forma particular.

La vocación personal puede revestir varias modalidades: ya sea como un cambio de actitud en el trabajo mismo, un cambio de carrera o empleo, e incluso, un nuevo estilo de vida.

Hablamos de vocación profesional para distinguirla de un trabajo profesional, un oficio, una labor profesional, ya que hay diferencia entre ambas denominaciones. Tener vocación profesional supone una llamada interior, un impulso que viene desde lo más profundo de la persona que lo lleva a realizar una tarea.

Además de estas cualidades, también se ha de poseer una serie de virtudes para facilitar el desempeño en dicha tarea. La virtud de la prudencia, la voluntad claramente dirigida a lo que se quiere, soportar las dificultades que la tarea trae consigo, poseer audacia y fortaleza para emprender lo que posiblemente otros no realizarían.

La decisión vocacional se configura con las respuestas que damos a las preguntas clave que nos hacemos durante la vida. La escritora Ann Patchett nos hace reflexionar sobre la importancia de saber responder a la pregunta más difícil que se nos presenta en esta vida: ¿y ahora qué?.

Estamos obligados a responder esta pregunta si queremos darle una orientación a nuestra vida. Es, de hecho, mucho más fácil responderla mirando hacia el pasado, uniendo los puntos que nos han traído hasta donde estamos, porque al final, cuando  respiramos profundo, es fácil ver cómo cada decisión y circunstancia en nuestra vida ha jugado un papel fundamental en lo que somos hoy.

En la gráfica del esquema de Viktor Frankl, encontramos que existe una diferencia entre éxito y plenitud. Este esquema está compuesto de dos ejes principales. El eje del tener y el eje del ser. Según la línea horizontal, podemos conseguir el éxito si logramos hacernos de cosas (casas, autos, ropa, relojes, dinero, etc.). En cambio, según la línea vertical, podemos sentirnos plenos solo si en realidad definimos lo que somos y queremos ser.

La primera variable la llamaré Y o incógnita de la plenitud, y llamaré X a la incógnita del éxito, las cuales nos permiten expresar la siguiente fórmula: PY + EX = felicidad. Donde el valor de Y y de X será la respuesta que se dé a las preguntas ¿Que quieres ser?, y ¿que quieres tener?. Estas variables no son un asunto de poca monta, pues con su definición el hombre determina que es la plenitud y el éxito para él. El valor de cada incógnita lo define uno mismo. Sin embargo, la definición de las incógnitas de la plenitud y el éxito en nuestra vida no siempre es la adecuada, por eso es frecuente oír que las personas no se sienten plenas. En este sentido el contenido de esas variables tiene que afirmarse y confirmarse día a día.

Yo debo ser capaz de responder a la pregunta “¿What now?” de acuerdo al momento de la vida en que me encuentro. Lo que quiero ser y tener será distinto en la gráfica del tiempo, y hay que estar preparados, porque nuestro parámetro de felicidad puede cambiar, la manera como respondemos a estas variables es fundamental.  ¿Qué quieres ser? ¿Que quieres tener?. El enfoque vocacional dependerá en gran medida, de las respuestas a estas cuestiones.

Por muchos recursos y resultados que se te tengan, si no existe pasión para realizar una actividad profesional, es como si alguien más la hiciera, porque no es algo que nos hayamos propuesto.

El hombre puede vivir la vida como agente, como autor y como actor.

Agente. La persona humana tiene unas características gracias a las cuales es el agente natural de sus actos: anda, come, ve, piensa, siente, quiere. El sentimiento de aquel que se cree sólo agente es el determinismo, la limitación, la imposición y la impotencia.

Autor. Las personas actúan como autores cuando han sido capaces de establecer sus metas e ideales. El sentimiento que experimenta la persona que actúa como autor es el de autoposesión, de satisfacción y de logro.

Actor. El origen de la persona que actúa como actora es la fortuna, el destino, los accidentes. El tarot, las cartas astrales y toda la adivinación son manifestación clara de que existen muchas personas que han decidido vivir como actoras.

El sentimiento, sin embargo, es de impotencia, frustración y desesperanza.

En la vida todos nacimos siendo agentes, pero con el paso del tiempo empezamos a tomar decisiones y nos convertimos en autores. Estas decisiones sin embargo, se verán afectadas o favorecidas por las circunstancias, de manera que también hemos de comportarnos como actores.

La vocación profesional se refiere a una especie de llamada que surge con fuerza desde el interior de la persona, la cual impulsa al individuo a seguir una profesión pagando el precio y, en ocasiones, sufriendo los costos y corriendo los riesgos que acarrea.

“Enfócate en lo que amas, si no lo has encontrado, búscalo”.

Steve Jobs

 

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